Imagina un mundo donde todo está dicho. Ahora imagina otro donde todo se ha escuchado. Si eliges el primero es porque consideras que todo está hecho, sin embargo si has preferido el segundo es porque ya no queda nada por hacer.
Ahora piensa en cuál de los dos quieres morir.
Imagina un mundo donde todo se vive con la mayor intensidad. Ahora otro donde no sientes absolutamente nada. Si eliges el primero es porque todavía no has vivido de verdad. Si eliges el segundo es porque ya te hicieron demasiado daño.
Ahora piensa en cuál de los dos quieres sentarte a llorar.
Imagina un mundo donde todos te admiran. Ahora otro mundo donde nadie sabe de tu existencia. Si eliges el primero es porque nadie te ha dicho nunca lo que vales. Si eliges el segundo es porque estás cansado de ser siempre imprescindible.
Ahora piensa en cuál de los dos quieres quejarte eternamente.
Imagina un mundo donde unos te quieren, otros no; donde unos piensan que eres un gran amigo, otros que no piensan volver a llamarte; donde unos te necesitan para vivir y otros no quieren volver a verte jamás. Imagina un mundo donde eres bueno unas veces y otras lo haces fatal; donde hay días que te sales y días en los que mejor te hubieras quedado en casa.
Ahora piensa en que ese es el mundo en que te ha tocado existir.
Viva el mundo en el que, básicamente, no tienes ni idea de qué pasará mañana, porque es todos los mundos a la vez y en él caben todas las vidas que quieras vivir.
Te guste o no.