Que te recorre justo antes de salir, quizá a una cena, quizá a una fiesta, quizá a cualquier evento inesperado o ese encuentro que llevas semanas evitando. Es esa sensación de que si no vas te quedarás en casa haciendo que lees, que ves algún episodio de alguna serie; pero estarás pensando todo el tiempo en si tenías que haber ido, atrincherado en pasados incómodos; consolándote con un con lo bien que estoy en el sofá, acomodado en presentes inmóviles; reprochándote con un debería haber ido, si no salgo nada va a cambiar. Bucle infinito de razones todas verdaderas y, puede, todas inútiles en realidad.
Es esa inquietud de que el tiempo pasa y tu lo ves pasar, esa sensación de si sigo así voy mal, esa justificación de la semana que viene sin falta. Es ese momento, ese instante justo en el que tienes que hacer de tripas intención, subir la música, cerrar los ojos, respirar hondo y responderte a ti mismo que el día, si eres valiente, terminará mucho mejor de lo que esperabas.
Lo que sucede después es la vida.
Es…cada momento. A veces.
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