Ataque de nada

De pronto te ves enmarañado entre todas las cosas que estás haciendo cada día y las que tienes que hacer. Miras con perspectiva en ambos sentidos y te llega. Yo lo denomino ataque de nada. A veces es corto, son esos momentos en los que te quedas mirando al vacío, sin pensar realmente en nada, convirtiendo en eco lejano la conversación que te enfrenta o la música, o incluso la propia circulación de la vida. Otras veces se presenta en plena noche, con un medio sueño entre dos páginas de un libro que no llegas a terminar porque acompaña tu mesita de noche y siempre espera a que le hagas más caso la próxima vez.

Los ataques de nada no tienen sentido, ni hay que buscárselo. Vienen sin demasiadas ganas de quedarse porque si se extendieran demasiado dejarían de ser nada para ser otra cosa, ahora poco irrelevante.

Durante un ataque de nada, el vacío no se contempla con vértigo, ni el silencio es incómodo, en realidad mientras estás teniendo un ataque de nada no sufres, no sientes, te limitas a detener tu tiempo para que sea el de los demás el que transcurra a su albur. Y esa detención, como digo, instantánea, carece para ti de conciencia. Podríamos decir que durante un ataque de nada estás más cerca de la felicidad que en un momento lleno de ruido, pensamientos tristes, trabajo agotador o riñas de enamorados. Mucha gente busca mediante sustancias varias llegar a tener un ataque de nada, pero no lo confundas, no son exactamente eso. Los ataques de nada nunca son provocados ni llegan cuando quieres. Se presentan sin más, sin previo aviso. Aunque no hemos de menospreciar diversos elementos a la hora de intentar comprenderlos:

Cualquier interpretación de un ataque de nada es compleja y lleva al absurdo.

Cualquier intento de evitarlos lleva a la desesperación, al infierno sartriano del otro o al estrés descontrolado.

Los momentos de insomnio son perfectos para intercalar, con el párpado absurdo, ataques de nada e instantes frente al ordenador.

Cualquiera que ha tenido un ataque de nada sabe exactamente a lo que me refiero.

La muerte no es más que un ataque de nada que se alarga eternamente.

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