El dolor

Es el sonido de un despertador en medio de un beso soñado, o la pisada en una arena que no se acompaña ya de ninguna otra.

El dolor sabe a carta sin abrir, a buzón de voz, a silencio. Es algo curioso que el dolor sea una posibilidad futura cuando te lanzas a ser feliz. A intentarlo. El dolor te mira, a lo lejos, con su sonrisa torcida de una edad ya demasiado eterna, y espera verte fracasar. No tiene la culpa, se alimenta de resignaciones y no puedo.

El dolor se alimenta de tu peor tú, de ese que llora y luego busca motivos, de ese que no lucha donde otros ya lucharon, de ese que piensa que si otros no lo hicieron yo tampoco. El dolor sabe a mala suerte en las cartas, aunque fuiste tú quien se equivocó al elegir con cuáles te quedabas. Pero prefieres no darte cuenta. Es más fácil que sea la suerte. Ya.

El dolor juega al ajedrez pero convierte reinas en peones, derrumba torres de ilusión. Hace que no sepas qué mover ni hacia dónde.

El dolor huele a tierra húmeda de lágrimas sin fin. Riega sus campos con tus miserias. No con las suyas.

Porque el dolor es muy listo.

Conoce tu mejor tú, ese que le vence, que mueve el caballo sobre las torres caídas, que tiene un as en la manga para el último momento, que vuelve a llamar antes que dejar un mensaje, que lucha, que gana y es feliz porque no admite otra posibilidad y que lanza el despertador por la ventana y sigue besando como si fuera la primera vez.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s