El día en que te marchas

Hay un día en que te vas. Te vas de algún sitio, te vas de un trabajo, te vas de casa, te vas de aquella cita, te vas de aquel lugar, te vas de un padre, un matrimonio, una novia o un amigo. Hay un día en el que te marchas. Es ese momento. Hay un día en que lo dejas todo y no miras atrás, o en el que solo decides llevarte lo imprescindible, obligándote a realizar una selección costosamente importante. O peor: puede que el día en el que te vas sea después de muchos otros en los que siempre te estás yendo, abrasándote en un purgatorio que estalla el día más pensado. Y ese día te vas con las heridas que tardarán meses, años en curarse. Te vas dando un portazo o por la puerta de atrás. Te vas después de blasfemar o a la francesa. Pero te vas.

Hay un día en que te vas. Sea como fuere y por lo que fuere todos los días en que te vas tienen dos cosas en común: le ofreces tu mejor espalda a alguien y das un enorme paso adelante.

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