Recorrías la calle inmersa en tus pensamientos, abrazando tu abrigo en las solapas, ocultando un cuello aterido y sin bufanda. Ignorabas los escaparates que recordaban la lluvia de ayer. Ignorabas a los viandantes que iban a ninguna parte, entre los que me encontraba.
Yo, que hubiera sido tu bufanda, tu abrigo, tu pensamiento y tu calle, te hago existir a pesar de todo