Los días normales en los que no estás tienen ese tedio de la rutina, lentos y sin sabor. El tiempo sencillamente pasa sin ofrecerte esperanza. Todo es recorrido hasta el día siguiente.
Los días normales contigo suceden entre la sorpresa de un beso y la adorable rutina de un sofá compartido. El tiempo vuela inexorable sin remedio y todo es esfuerzo por detenerlo.