Todas las vidas tienen su lunes, donde lo ves todo negro, difícil,
lagrimando entre sombras sin perspectiva ninguna
Todas las vidas tienen su martes, donde, acomodado aun en la tristeza,
te sorprendes porque sigues en pie, a pesar de todo.
Todas las vidas tienen su miércoles, donde el vaso está medio vacío
y, sin ceder a ilusiones , rechazas asomarte a ellas.
Todas las vidas tienen su jueves, donde un vaso medio lleno te avisa
de que lo bueno está justo delante y, bajando las defensas, esbozas una prenatal sonrisa
Todas las vidas tienen su viernes de vasos llenos, de medallas al valor,
donde miras henchido aquel lunes difícil que necesitaba el héroe que finalmente has sido.
Todas las vidas tienen su sábado, donde es hora de beberse el vaso ilusiones otrora atisbadas,
y ya no eres héroe sino Dios, y de tanto disfrutar se te olvida que hubo un lunes, siquiera que habrá domingo
Porque, sí, todas las vidas tienen su domingo, en el que sostendrás en tu mano un vaso vacío para recordar lo hermoso que fue cada paso en el camino,
y te verás aconsejando a un lunes que no te creerá por senil,
o animando a un miércoles a que confíe en la otra mitad del vaso.
Y no serás ya Dios sino profeta,
porque estarás cansado y viejo para convertirte en viernes
y ningún sábado será nunca ya como el primero