Te han enseñado desde pequeño que hay que tener las ideas claras, ser firme en tus convicciones. Te rodean mensajes sobre la bondad del que sabe tomar decisiones, eso te hace más, te hace mejor, te hace triunfar. Y si no te aclaras y para que decidas bien, tenemos asesores, consejeros, guías, ayudantes, asistentes, consultores, supervisores, orientadores, o aun más cool: coaches… ¿sigues dudando? Tenemos comparadores de precios, de seguros, de viajes, de hoteles, de tallas. Tenemos de todo para decidirte. Tenemos aplicaciones para que puedas ver cómo queda tu cocina, tu pared, tu coche, tus zapatillas de deporte, tu camiseta, tu jardín, por tener tenemos hasta relaciones a la carta, configura tus deseos y dale a buscar.
Pues decididamente dejo aquí mi elogio y admiración a los indecisos, a los no sé, a los no lo tengo claro, que sobrevuelan constantes sobre versiones diferentes de sí mismos. A todos los que se hacen y se deshacen cada día porque despiertan uno y duermen otro, a los que la firmeza de sus convicciones se termina con un vino a media tarde con amigos, a los que sus principios se derrumban cuando se les besa, se les llora, se les sorprende y se les abraza, a los que aplazan la toma de decisión para después de un después de un viaje a la playa.
Seguramente no seáis triunfadores de lo firme, ni encabezaréis los rankings de claridad. Seguramente os equivoquéis con el seguro, la cocina, el coche, el hotel, la talla de la camiseta y, vive dios, vuestra pareja. Ya os lo digo: vais de culo en los comparadores de personas.
Pero vuestra indecisión os hará vivir muchas vidas, tantas como ensayos tienen vuestras dudas. Y eso, he aquí lo admirable, puede ser enormemente enriquecedor.
Estad completamente seguros de ello.